CUATRO AÑOS SIN MARIO JULIANO

Este 23 de octubre se cumplen cuatro años del fallecimiento del querido Mario Alberto Juliano, un hombre que dejó una huella indeleble en el campo de la justicia, el derecho y los derechos humanos en Argentina y cuyo legado sigue vivo y resuena en cada rincón donde la compasión y el compromiso por una sociedad más justa prevalecen. En este nuevo aniversario de su fallecimiento, su recuerdo nos invita a reflexionar sobre la importancia de luchar por una justicia humana, empática y transformadora.

Juliano, juez del Tribunal Criminal Nro. 1 de Necochea, fue un incansable defensor de la reforma del sistema penitenciario y del tratamiento humanitario hacia las personas privadas de su libertad. Su visión, muchas veces adelantada a su tiempo, buscaba reconfigurar la forma en que la sociedad aborda el castigo, la reinserción y la dignidad humana. Creía fervientemente en la posibilidad de la rehabilitación y en que el Estado tenía la responsabilidad de garantizar condiciones dignas para quienes están sometidos a penas de encierro.

Sus ideas fueron revolucionarias y en muchas ocasiones contracorriente, pero Mario nunca temió alzar su voz. A través de su labor, no solo como juez sino también como Socio fundador de La Red, de la Asociación Pensamiento Penal y de Víctimas por la Paz, promovió un enfoque crítico del encarcelamiento masivo, abogando por políticas inclusivas y de reparación.

En un país marcado por profundas desigualdades y conflictos, Mario Juliano era un faro de esperanza y un defensor inquebrantable de los más vulnerables. Su enfoque fue siempre hacia el respeto a los derechos humanos, creyendo firmemente en una justicia que no fuera vengativa, sino transformadora, capaz de restaurar y sanar. Su trabajo fue inspiración para muchos y su ausencia dejó un vacío difícil de llenar.

Hoy, en este aniversario, desde La Red recordamos no solo al juez, sino al hombre comprometido con una justicia ética, que buscaba comprender las raíces de los problemas sociales. Recordamos su inquebrantable voluntad por transformar las bases del sistema penal y su capacidad de escuchar las voces de aquellos que muchas veces no son escuchados.

Su legado perdura en todos aquellos que siguen luchando por un sistema de justicia más humano, por un mundo donde las segundas oportunidades sean una realidad y donde el respeto por la dignidad humana sea la base de toda política. Mario Juliano ya no está físicamente entre nosotros, pero su lucha sigue viva en cada esfuerzo por un sistema penal más justo y humano. Que su ejemplo nos inspire a seguir trabajando por ese ideal.

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