Pedirle a una mujer que use armas para defenderse de la violencia de género atrasa porque vuelve a privatizar el conflicto, porque es ignorar que en ese contexto ella podrá ser blanco predilecta del primer balazo. Maltratar a una periodista de la forma que se hizo, confirma nuevamente que los poderes judiciales están integrados por hombres y mujeres que somos parte del patriarcado y cargamos con prejuicios sexistas. La capacitación es un avance pero insuficiente. Por eso planteo en este libro la urgente necesidad de hacer REFORMAS ESTRUCTURALES EN LOS PODERES JUDICIALES CON PERSPECTIVA DE GÉNERO. Por eso también en nuestro juzgado hemos implementado un protocolo de gestión de casos de violencia de género que ha sido validado por la Suprema Corte Judicial de PBA como “Buena Practica de Gestión Judicial”, y no dejamos de innovar buscando garantizar a las mujeres su derecho a una vida libre de violencia masculina, sin perder de vista que es un problema social que interpela al Estado y a todxs y sin dejar de respetar las garantías de los imputados.