En este nuevo aniversario del paso a la inmortalidad del General Manuel Belgrano, desde la Red de Jueces Penales de la Provincia de Buenos Aires evocamos con profundo respeto y admiración a uno de los más nobles arquitectos de nuestra Patria. Jurista, economista, militar por necesidad y patriota por convicción, Belgrano supo encarnar como pocos la dignidad, la honestidad y el espíritu de servicio que deben orientar toda vocación pública.
Su vida —tan austera en lo personal como fecunda en su entrega al bien común— es un legado moral que interpela, aún hoy, a quienes ejercemos funciones institucionales en nombre del pueblo. En tiempos de zozobra o incertidumbre, su figura emerge no sólo como símbolo de identidad nacional, sino también como brújula ética. Frente a las tentaciones del privilegio, Belgrano eligió siempre el deber. Frente al poder, eligió la ley. Frente al olvido de los más postergados, eligió la justicia social.
Las operadoras y los operadores del sistema judicial, y en particular quienes integramos el fuero penal, debemos encontrar en su ejemplo un compromiso renovado con la función que nos ha sido encomendada. La tarea de juzgar —como la de defender o acusar— no puede nunca desvincularse de los valores republicanos que Belgrano defendió incluso con su salud, su fortuna y su vida.
Hoy, su honestidad inclaudicable, su sentido profundo del honor y su fidelidad a ideales más grandes que su persona, nos convocan a una introspección colectiva. Nos invitan a ejercer nuestra labor con modestia, sin desvíos, con respeto por la ley y con la convicción de que cada resolución judicial debe ser un acto de justicia, no de poder.
En un nuevo aniversario de su muerte, el mejor homenaje que podemos rendirle no son las palabras grandilocuentes ni los actos protocolares, sino la coherencia diaria con los valores que lo guiaron: la dignidad en el ejercicio de la función, la honradez como principio rector y el servicio a la ciudadanía como razón última del rol que ocupamos.
